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Tiendaculturista recomienda evitar el consumo de leche y lácteos como parte de una dieta sana y saludable.
Nuestras principales razones son:
El calcio de difícil absorción
El Calcio que contiene la leche es de difícil absorción, y únicamente se absorbe una pequeña parte. A pesar de ser un alimento rico en Calcio, otros alimentos con menor cantidad de calcio total consiguen ser mejores fuentes de este mineral para el organismo como el brócoli, el sésamo, las almendras y avellanas, los garbanzos, la col, los higos, algas, el perejil, las espinacas,…
Mal equilibrio mineral
La leche presenta un mal equilibrio mineral, especialmente entre los minerales fósforo, calcio y magnesio. Este desequilibrio convierte a la leche en un alimento pésimo para la remineralización de nuestros tejidos. Además, afecta de forma negativa a nuestras reservas de otros minerales importantes como el hierro o el zinc.
Son alimentos acidificantes
La leche y los lácteos son alimentos acidificantes, que desequilibran nuestro equilibrio interno de pH y favorecen los procesos de desmineralización ósea como mecanismo de tampón de la acidez corporal.
Contiene lactosa
El azúcar de la leche, la lactosa, precisa de una sustancia (lactasa) que nuestro cuerpo está preparado para dejar de producir alcanzados los 4 años de edad. Esto pone en evidencia que somos el único “animal” que seguimos tomando leche tras el destete.
Provoca pesadez de estómago
Un gran porcentaje de la población de nuestro país sufre intolerancia a la lactosa. Es decir, no produce de forma natural suficiente lactasa para la correcta degradación de este azúcar y sufre sus consecuencias. La intolerancia a la lactosa es un proceso de difícil diagnóstico ya que los síntomas típicos son considerados como “normales” para muchas personas, o se confunden con otros procesos patológicos. Síntomas típicos de la fermentación de la lactosa son pesadez de estómago, gases, hinchazón de estómago/vientre, náuseas, vómitos, etc.
La caseina
La proteína principal que contiene la leche, la caseína, es de difícil degradación ya que precisa de un sistema digestivo en óptimas condiciones. La caseína que no se descompone completamente puede provocar síntomas que afectan a nuestro sistema nervioso (problemas de concentración, problemas de sueño, etc), a nuestro sistema digestivo (diarreas/estreñimiento) y a nuestro sistema inmunitario (mayor formación de histamina: mucosidad, rinitis, conjuntivitis, picores/urticarias, etc).
Contiene mucha grasa saturada
La grasa que contiene la leche es mayoritariamente de tipo saturado. Este tipo de grasas, asociadas al riesgo de problemas cardio-vasculares y a otros derivados del colesterol y de la obesidad, deberían ser utilizadas principalmente por nuestro organismo como fuente de combustible. Un consumo de estas grasas asociado a un tipo de vida sedentario deriva en sobrepeso y obesidad.
Pocas vitaminas
La leche de vaca dispone de bajas cantidades de vitamina E (anti-oxidante de grasas) para la cantidad de grasa que contiene.
Puede provocar sensibilidad y alergia
La leche, por muchos de los factores que hemos comentado hasta el momento, ocupa una de los puestos más altos en el ranking de sustancias alergénicas, provocando a gran número de personas problemas de sensibilidad y alergia.
Puede llegar a provocar problemas de salud
Existen estudios científicos que asocian el consumo de leche a multitud de problemas de salud que disponen de una tendencia clara al aumento de casos en nuestra sociedad. Destacan los procesos agudos que afectan a la esfera ORL (boca-nariz-garganta), una mayor necesidad de tomas de antibióticos (sobre todo en niños), problemas intestinales (como el síndrome del intestino pinchado, colon irritable, etc.), alteraciones del sistema inmunitario (procesos alérgicos, asma, etc.) entre otras muchas (fatiga crónica, migrañas, autismo, esclerosis múltiple, algunos tipos de cáncer, etc.).