La relación entre la actividad física y el sueño siempre ha dado origen a muchos rumores y, curiosamente, la gran mayoría de ellos iban en una dirección notablemente similar. Esto no suele ocurrir cuando se trata de habladurías, ya que cada uno aporta su opinión sin saber prácticamente nada sobre el tema en cuestión. Por ello, observar la cercanía en este caso podría ser sorprendente, aunque en realidad el motivo es muy sencillo: la lógica y la ciencia dicen lo mismo sobre cómo influye el deporte en el descanso.
La importancia de utilizar un método fiable
Hoy hablaremos sobre un estudio teórico, cuyo objetivo ha sido poner cifras precisas a esta idea de que hacer ejercicio ayuda a dormir mejor. Para elevar el nivel de precisión, se decidió escoger una franja demográfica concreta, ya que la calidad del sueño puede variar sensiblemente según diversos factores. En este caso, los sujetos elegidos eran adolescentes.
La investigación se llevó a cabo por parte de científicos de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos. Con una amplia muestra de 417 participantes, todos ellos en la edad de 15 años, se le colocaron dos acelerómetros a cada uno: uno en la cadera y otro en la muñeca. El primero de ellos obtenía datos precisos sobre la actividad física durante el día, mientras que el segundo estaba destinado a recoger información sobre la cantidad y la calidad del sueño durante la noche.
La decisión de utilizar estos aparatos supone un gran avance, de hecho, según uno de los profesionales involucrados en el proyecto, “uno de los puntos fuertes del estudio es utilizar los dispositivos para obtener medidas precisas en lugar de preguntar a los participantes sobre su comportamiento, lo cual a veces puede estar sesgado”.
Además, en muchas ocasiones es difícil para uno mismo saber con exactitud cuánto tiempo se ha dormido y cómo ha sido ese descanso, puesto que los momentos previos al sueño son muy variables: algunas personas se duermen en cuanto se tumban en la cama, mientras que otras están mucho rato dando vueltas.
La precisión de los resultados
Quizá lo más positivo de esta investigación tiene que ver con la exactitud de los resultados ofrecidos, ya que han sido capaces de averiguar la relación directa entre el tiempo de deporte realizado durante el día y la mejora en los tiempos de descanso durante la noche, obteniendo equivalencias concretas. Dicho así puede parecer difícil de entender, pero con los números sobre la mesa se vuelve muy, muy sencillo.
La conclusión alcanzada dice que, por cada hora de actividad física realizada, un adolescente se queda dormido 18 minutos antes, duerme 10 minutos más y la eficiencia a la hora de mantener el descanso se incrementa en un 1%.
Para entender aún más la importancia de estos descubrimientos, hay que destacar que existe un desequilibrio real entre lo que dicen los expertos sobre el tiempo que debe dormir un adolescente y la media de horas de descanso de este mismo rango de población. En promedio, una persona debería dormir entre ocho y diez horas durante su adolescencia, y la realidad es que una cantidad superior al 70% de los adolescentes disfrutan de menos de ocho horas al día de descanso.
Por todo ello, parece claro que el deporte es una actividad que puede marcar la diferencia en todo lo relativo a la calidad del descanso de una persona, ya que estos resultados pueden extrapolarse a toda la población, aunque sin saber con tanta exactitud cuál es la relación concreta. De esta manera, se afianza la idea de que hacer deporte debería ser casi una obligación, en la medida en que el ejercicio físico proporciona beneficios en prácticamente todos los niveles; desde los aspectos psicológicos, hasta la salud en general, pasando por factores como el bienestar con la imagen que uno proyecta de sí mismo o la prevención de ciertas enfermedades.