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Los ejercicios de fuerza son, después del cardio, el tipo de entrenamiento más practicado en los gimnasios, aunque es cierto que, por norma general, se piensa que solo sirve para aquellas personas que quieren ganar volumen muscular. La realidad es bien distinta, y es que los circuitos de fuerza también pueden ser de mucha ayuda para perder grasa, por ejemplo.
La clave de todo es conocer los beneficios que pueden extraerse de ese tipo de entrenamiento y, en función de los objetivos, enfocarlo de una forma u otra. Por ello hoy, desde TiendaCulturista, daremos una serie de claves en torno a los ejercicios de fuerza, para que tengas una cantidad de información que te permita decidir y configurar una rutina deportiva acorde con tus metas.
Ventajas y advertencias antes de entrenar la fuerza
Antes de entrar en materia es muy recomendable hacer un repaso, más o menos superficial, a las principales características de los ejercicios de fuerza. Qué beneficios tienen, cómo se deben practicar, qué precauciones hay que tener en cuenta, etc. El objetivo es poder empezar a entrenar aprovechando al máximo los puntos positivos y minimizando todo lo posible los negativos.
Quizá la primera imagen que se te venga a la cabeza cuando alguien te habla de ejercicios de fuerza sea la de una persona levantando unas pesas enormes. Es normal, ya que esta disciplina es la que más espectáculo genera y, por lo tanto, la que más repercusión y cobertura mediática recibe. Sin embargo, entrenar la fuerza es algo mucho más mundano y al alcance de todo el mundo, y puede hacerse sin necesidad de grandes herramientas de gimnasio.
La posibilidad de realizar entrenamientos de fuerza muy completos en tu propia casa es una de las ventajas más destacables, porque otorga al deportista una libertad muy valiosa. Esto es así gracias a que tenemos la capacidad de utilizar el peso de nuestro cuerpo como lastre, haciendo las veces de esa pesa gigante a la que antes aludíamos. Los ejemplos más típicos para entender cómo funcionan estos ejercicios son las flexiones o las sentadillas.
Lógicamente, para las personas más preparadas el hecho de entrenar con su propio peso corporal se queda corto, y es ahí cuando entran en juego los instrumentos típicos de gimnasio. No obstante, hoy en día es muy sencillo comprar un par de mancuernas y una banda de resistencia, así que la opción de ejercitarse en casa sigue siendo viable.
Llegados a este punto hay que hacer alguna advertencia importante, y es que los entrenamientos de fuerza pueden llegar a ser bastante lesivos, por lo que es necesario poner mucha atención. Una de las claves es la progresividad, algo innegociable cuando se están realizando actividades de este tipo. Intentar avanzar más rápido de lo normal suele desembocar en lesiones, así que tómate tu tiempo y no pretendas empezar levantando el mismo peso que un deportista con experiencia.
Cómo enfocar los entrenamientos para sacarles todo el rendimiento
Al contrario de lo que se suele pensar, los entrenamientos de fuerza no solo sirven para aumentar la masa muscular. De hecho, su función depende, en gran medida, de cómo se complementen con otro tipo de ejercicios; es decir, es importante acompañar los circuitos de fuerza con actividades como el cardio. Es común observar a personas obsesionadas con ganar músculo repitiendo una y otra vez sus rutinas de fuerza, un comportamiento que puede llegar a ser contraproducente.
La clave para aprovechar al máximo los entrenamientos de fuerza, en caso de que se esté buscando el incremento del volumen muscular, es complementarlos con cardio de intensidad baja. Esto es: natación, danza, caminar, etc.
La otra utilidad principal, y desconocida en muchos casos, de los ejercicios de fuerza es la quema de grasas. Se trata de uno de los objetivos más perseguidos en el fitness, ya que es de vital relevancia para bajar de peso, definir el tono muscular y mejorar el rendimiento físico en general. Si se quiere enfocar el entrenamiento hacia este lugar, hay que acompañarlo con una combinación entre cardio de alta (running, spinning, comba, etc.) y baja intensidad.
Como ocurre con cualquier tipo de disciplina deportiva, estos consejos deben estar respaldados por unos hábitos saludables en el día a día. De nada sirve seguirlos al pie de la letra si después, al llegar a casa, la alimentación es un desastre. Comer sano, mantener la constancia en los entrenamientos y descansar son los tres pilares sobre los que empezar a construir todo lo demás.