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En los países no tropicales, a consecuencia de la orientación de la Tierra y de los movimientos de esta alrededor del sol, existenalteraciones biológicas derivadas de los cambios estacionales (variación de las temperaturas, cambios en la duración del ciclo diurno-nocturno, etc.). Estos cambios suponen variaciones en todos los seres vivos. Durante la primavera los animales se aparean, las plantas se polinizan…
Alergias
Las reacciones alérgicas, en ocasiones muy molestas, son típicas en esta época debido a la mayor presencia de pólenes ambientales.
La reacción alérgica es una respuesta inadecuada del sistema inmune (SI), localizándose los síntomas más frecuentes en las mucosas y más concretamente en la esfera ORL (otorrino-laríngo-lógica), donde produce lagrimeo y picor ocular, picor de garganta, estornudos y rinitis, etc. También pueden presentarse bronquitis y asma, eccemas y molestias cutáneas, migrañas…
En función del individuo, puesto que estos síntomas son propios del SI y por tanto de la reactividad particular de cada persona, las alteraciones pueden ser de mayor o menor gravedad.
El resultado de estas típicas molestias son reacciones inflamatorias mediadas por la histamina, que produce una vasodilatación sanguínea, un aumento de la permeabilidad y dolor.
Para hacer frente a estos cambios, evitar las posibles molestias reactivas corporales y adaptarnos confortablemente a esta estación, es conveniente realizar una alimentación de temporada, con el fin de conseguir de la dieta el mayor número de nutrientes que nos ayuden a combatir los desequilibrios propios del cambio estacional y paliar sus consecuencias.
Las principales medidas para prevenir la alergia primaveral:
Alimentación de temporada
Puerro, zanahoria, remolacha, endivia, acelga, espinaca, calabaza, pimiento verde, espárrago, nabo, judía verde, berenjena, calabacín, alcachofa, apio, tomate, guisante y habas frescas, pera, manzana, níspero, albaricoque…
Desintoxicación
- Es una buena época para desintoxicar el organismo y liberarlo del exceso de histamina. Para conseguirlo, es conveniente evitar sobretodo la carne de cerdo y activar la función hepática (desintoxicación del hígado).
- Algunas sustancias que nos pueden ayudar son el L-glutatión reducido (o bien los aminoácidos que lo componen: L-metionina y L-cisteína), y plantas como el cardo mariano, el romero, el diente de león, la cúrcuma, la fumaria, etc.
Mantenimiento del sistema inmunitario
El 80% de nuestra inmunidad reside en el intestino. Para cualquier tipo de alergia (primaveral o no) es imprescindible mantener una correcta flora bacteriana, e intacta la permeabilidad intestinal. Y para ello, además de la dieta adecuada, podemos reforzarnos con la toma de probióticos y L-Glutamina.
Es útil, también, mantener a raya las poblaciones patógenas que generan disbiosis intestinal como son la presencia de parásitos, hongos y otros microorganismos. En este caso pueden servirnos plantas como el Pau d’arco, Fito-Para (con semilla de pomelo, equinácea y artemisa), etc.
Modular la reacción alérgica
Para la hiperactividad inflamatoria, propia de esta estación, es vital contar con la ayuda de sustancias antioxidantes, que nos ayudan a paliar los daños ocasionados por la inflamación y en los procesos regenerativos. Es de gran utilidad la vitamina C y los bioflavonoides cítricos, que disminuyen los niveles de HT; la vitamina A, la vitamina D y los AGE omega 3 (presentes los tres en el Aceite de Hígado de Bacalao) y la vitamina E, que tienen actividad sobre los mediadores químicos de la inflamación (prostaglandinas y leucotrienos) y mejoran la función de numerosas células inmunes.
Reorganización/Readaptación energética
Los cambios climáticos, la variación de la temperatura, el aumento del tiempo de exposición al sol y la energía expansiva propia de la primavera conlleva, habitualmente, a la denominada astenia primaveral. Término que acuña una variedad de síntomas muy diversos como el cansancio y la fatiga física e intelectual, nerviosismo, insomnio y muchos otros.
Ajustar esta situación implica que el sistema hormonal debe modificar su actividad (época reproductiva-expansiva). Para paliar el gasto corporal que esto supone hay que mantener una buena nutrición, y esto es, además de la alimentación, conseguir mantener un buen nivel de hidratación, realizar ejercicio físico al aire libre y dormir suficientemente (8 horas, por la noche).
Además de la higiene de vida, podemos ayudarnos de complejos multinutrientes y algas como la chlorella para optimizar toda la actividad corporal, vitaminas del grupo B, plantas como la mucuna pruriens, el astrágalo, la rodiola, el eleuterococo, el CGF (factor de crecimiento de la clorella).
Finalmente, existen algunos nutrientes específicos que pueden sernos de utilidad para afrontar con garantías la llegada de la primavera, como pueden ser plantas de actividad antialérgica (regaliz, bardana, dong quai, etc.), antioxidantes como el té verde, la quercetina, los bioflavonoides, el Zinc y la vitamina E (interesantes para los problemas de piel), los beta-carotenos y el arándano negro o mirtilo (buenos para la salud ocular), etc.