La primavera y nuestro entorno
El inicio de la primavera está determinado por el equinoccio de primavera, un fenómeno astronómico que es debido al eje inclinado de la Tierra respecto al plano de su órbita solar. Dos veces al año, la posición de la Tierra en su órbita, hace que el centro del Sol coincida en el ecuador, momentos en los que la duración del día y de la noche coinciden.
Si, como afirman numerosas disciplinas, el cuerpo humano está influenciado por el electromagnetismo de la Tierra y los demás astros, la entrada en la primavera es un momento destacable. Al fenómeno electromagnético (astrológico) se le une una serie de cambios climáticos y de nuestro ritmo de vida debidos a que los días van ganando progresivamente minutos a las horas nocturnas.
Por un lado, son frecuentes los cambios de tiempo y los cambios rápidos de temperatura. Por la mañana llueve, a la tarde sale el sol. Necesitamos el abrigo, pero a mediodía no sabemos si llevarlo del brazo o dejárnoslo puesto. Buscamos el sol que empieza a calentar pero en la sombra, el frío aún nos recuerda el invierno.
Por otro lado, nuestro biorritmo cambia. La Naturaleza inicia “el ciclo vital” y se empieza a mover toda la energía. Las semillas crecen hacia la luz, las flores empiezan a salir, el color marrón va dejando paso al color verde, etc. muchos animales cambian totalmente su ritmo vital. El cuerpo humano, cada vez más alejado de los ritmos de la Naturaleza, está fisiológicamente influenciado por estos ritmos. Nuestro estilo de vida también cambia. En general, pasamos menos horas dentro de casa cuando el día se alarga, salimos más al aire libre y muchos cambian los horarios de las distintas comidas del día.
Sea como sea, la primavera es un gran cambio al que debemos adaptarnos. Si nuestro cuerpo no dispone de mecanismos suficientes para adaptarse, aparecerán síntomas de desadaptación. Fruto de la desadaptación a la primavera nos encontramos dos patologías con difícil abordaje desde la perspectiva médica occidental: la astenia primaveral y las alergias primaverales. Estas patologías afectan principalmente a los sistemas de comunicación e integración del cuerpo humano: sistema nervioso, sistema endocrino y sistema inmune.
La astenia primaveral
Este trastorno engloba una sensación de cansancio (a nivel físico y/o mental), decaimiento, falta de concentración y de energía e incluso insomnio y nerviosismo. Las manifestaciones se centran en el sistema neuro-endocrino y pueden terminar afectando a nuestras emociones (tristeza, irritabilidad, etc.). Se cree que afecta, en distinta medida, a una de cada diez personas en nuestra sociedad occidental.
El tratamiento mediante suplementación se centra en el uso de sustancias tonificantes:
La alergia primaveral
Se conoce como alergia primaveral a la alteración del sistema inmunitario que cursa con síntomas variables que afectan principalmente a la esfera ORL (picor de ojos, lagrimeo, estornudos, rinitis, etc.) producida en las semanas anteriores o posteriores a la llegada de esta estación.
El polen, el polvo, los ácaros, etc. sustancias que aumentan su presencia en este periodo de tiempo primaveral, pasan a ser consideradas sustancias “agresivas” para el organismo por la desregulación del sistema inmune. La falta de adaptación a la llegada de la primavera y a todos sus cambios produce estos errores en el reconocimiento de las sustancias nocivas para nuestro organismo. Se dispara el nivel de alerta de nuestro sistema de defensa y se desencadenan reacciones desproporcionadas como la reacción alérgica.
Para modular el sistema inmunitario los principales suplementos son:
Preparar el cuerpo mediante un tratamiento re-vitalizador y desintoxicador repercute de forma positiva en una mejor adaptación a la estación primaveral y permite una reducción de los síntomas de la astenia primaveral y de las alergias primaverales.
Ambas propuestas de tratamiento están pensadas para personas que en la actualidad no están siguiendo ningún tratamiento ajustado y específico por parte de su terapeuta. En cualquier caso, le recomendamos consultar con su médico, terapeuta u otro profesional de la salud competente.