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Las alteraciones de los valores normales de las grasas en sangre (dislipemias) son uno de los problemas más habituales con los que nos podemos encontrar tras la realización de un análisis de sangre. Los médicos alertan, de forma especial, sobre el riego a nivel cardio-circulatorio que se asocia a este tipo de desajustes. Un valor elevado de triglicéridos en sangre (hipertriglicemia), del colesterol total (hipercolesterolemia), o niveles bajos del llamado “colesterol bueno” (HDL) ponen en alerta a los médicos y enseguida proponen intervenciones que, en ocasiones, no se acompañan de los resultados esperados.
Intervención medica contra las grasas
La clásica intervención médica frente a estos problemas con las grasas se centra en la realización de dietas bajas en grasas y en la toma de los “famosos” medicamentos conocidos como estatinas
Las estatinas son un grupo de medicamentos que inhiben, en el hígado, la enzima que transforma las grasas en colesterol. Desafortunadamente, esta enzima también está implicada en la formación de CoQ10, el principal antioxidante cardíaco. No deja de ser paradójico que se receten estos fármacos para evitar problemas cardio-vasculares pero que a su vez, estos medicamentos disminuyan una sustancia esencial para la salud del corazón. Al mismo tiempo, estas estatinas, tienen efectos secundarios que con frecuencia sufren las personas que los toman: dolores osteo-musculares, dolores de cabeza, problemas hepáticos.
Las dietas bajas en grasas tampoco resultan de gran utilidad, ya que se reduce al mínimo el consumo de grasas, sin valorar su calidad o si son grasas necesarias para el cuerpo. A la vez, estas dietas no inciden en el consumo de carbohidratos, ni en la carga glucémica de los mismos. Hay que tener en cuenta que existen grasas totalmente necesarias para la correcta función corporal y que algunas de ellas únicamente se aportan a través de los alimentos (AGE). Además, debemos conocer que el exceso de hidratos de carbono de la dieta será transformado en grasa. Una dieta será eficaz solamente si tiene en cuenta la carga glucémica y la cantidad de los azúcares que se aportan.
¿Qué opciones terapéuticas eficaces podemos seguir?
Deberíamos saber que el único valor actualmente fiable que relaciona colesterol con riesgo de patología cardio-vascular es el porcentaje que ocupa el HDL dentro del colesterol total. A pesar de ello, podemos querer disminuir nuestras tasas de colesterol total cuando son excesivamente elevadas.
Únicamente el 25% de nuestro colesterol lo obtenemos de la dieta. La mayor parte del mismo se fabrica en el hígado para hacer frente a las necesidades del cuerpo. El colesterol es una sustancia imprescindible para el correcto funcionamiento de nuestras células y de nuestro organismo. El hígado es un órgano vital para controlar el colesterol sanguíneo, fabricando lo necesario y eliminando el exceso a través de la bilis.
Seguir una dieta
La dieta debería ser rica en grasas de calidad (beneficiosas a nivel hepático) pero que especialmente evitara los carbohidratos de alta carga glicémica. Con moderación, y solamente 2-3 veces a la semana, podemos tomar alimentos con cargas glicémicas altas y medias. Son precisamente los picos de azúcar en sangre (hiperglucemias) los principales causantes del daño vascular y de la sobrecarga hepática. Un hígado sobrecargado no conseguirá mantener en equilibrio el colesterol en sangre (fabricando en exceso y no consiguiendo eliminar el exceso) y el daño del azúcar en sangre aumentará en gran medida las necesidades de colesterol por parte de los vasos sanguíneos. Por otro lado, podemos ayudar a nuestro cuerpo con suplementos nutricionales eficaces para en las hipercolesterolemias y dislipemias.