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El cardio y la fuerza son los dos tipos de entrenamiento principales que todo el mundo tiene en mente cuando piensa en el fitness. De hecho, la enorme mayoría de las personas que empiezan a ir al gimnasio lo hacen con una de estas dos disciplinas, aunque con el paso del tiempo vayan combinándolas o buscando otras más específicas.
Como suele ocurrir siempre, la coexistencia de dos variedades de una misma naturaleza hace que se plantee rápidamente la pregunta de cuál es mejor. Pasa con todo, y es que los humanos tenemos una tendencia muy marcada a la comparación. En este caso –y en muchos otros- la respuesta es que tanto el cardio como la fuerza pueden ser útiles, todo depende de los objetivos que se persigan. Sin embargo, un estudio ha dado con una ventaja que pone al cardio un poco por delante de los entrenamientos de fuerza en términos metabólicos.
Las diferencias metabólicas entre el cardio y la fuerza
La investigación que hoy nos ocupa se ha llevado a cabo por parte de científicos de la Universidad de Copenhague, y su objetivo fue muy claro desde el principio: observar las diferencias en el impacto que tienen el cardio y la fuerza en el metabolismo del deportista.
Con una muestra total de 10 hombres sanos en edad joven se conformaron dos grupos, con cinco sujetos en cada uno. El experimento propuso un entrenamiento de un día semanal en el que el grupo de cardio hacía bicicleta y, el de fuerza, ejercitaba bíceps, pecho, tríceps y cuádriceps, ambos durante una hora de duración.
Cuando se finalizaba la actividad física, los investigadores iban extrayendo muestras de sangre a lo largo de un período de cuatro horas, para poder observar, de esta forma, si había cambios significativos a nivel hormonal y metabólico que estuviesen impulsados por el propio entrenamiento.
Los resultados fueron sorprendentemente claros: aquellos sujetos que habían realizado entrenamientos de cardio experimentaron un aumento hasta tres veces superior en la producción de una hormona llamada FGF21, que con los ejercicios de fuerza no tuvo ninguna variación. Se trata de una de las hormonas con más influencia en los procesos metabólicos del organismo, por lo que quedó demostrado que el cardio es notablemente mejor que la fuerza si lo que se busca es mejorar el metabolismo.
La aceleración del metabolismo y sus ventajas en el organismo del deportista
Para entender las implicaciones en las que se traducen todos estos datos científicos hay que hablar sobre cómo influye el metabolismo en nuestro cuerpo. La función metabólica podría resumirse muy brevemente en la acción mediante la cual el organismo extrae energía de los alimentos ingeridos, convirtiendo sus nutrientes en algo aprovechable por nuestras células y tejidos.
Son muchos los deportistas que buscan con ahínco la aceleración de sus procesos de metabolismo, ya que esto puede ser una ventaja estratégica para muchas otras facetas de la vida deportiva. Los cambios metabólicos no son tan “atractivos” para el atleta como el aumento de masa muscular o la definición de zonas como los abdominales o los bíceps, ya que no se aprecian a primera vista, pero su importancia a la hora de que todo el organismo se adapte a las rutinas deportivas y sus resultados aumenten es enorme.
Se pueden poner algunos ejemplos para entender por qué un metabolismo rápido puede ser algo tan beneficioso para los deportistas. Una transformación veloz de los nutrientes en energía permite reducir la acumulación de ácidos grasos, cuyos depósitos suelen estar en la tripa, las caderas o los muslos. Por otro lado, acelerar el metabolismo es la clave para lograr que nuestro organismo siga quemando calorías incluso después de haber terminado de entrenar; de hecho, en este caso en concreto la hormona FGF21 tiene un papel muy importante.
En definitiva, si tu objetivo está relacionado con el incremento de la velocidad de los procesos metabólicos, los entrenamientos de cardio pueden ser mucho más útiles que los de fuerza. Aunque nunca está de más introducir variantes de diferentes disciplinas para complementar.